Quienes me conocen hace mucho saben que uso el nombre "Lua" como una expresión de lo artístico, un seudónimo o incluso alter ego que encierra todo lo que amo hacer y aún así distancio de mi persona como si de un personaje se tratase. Al momento de hacer este blog, decidí que "Lua programadora" era el nombre indicado porque, así como el dibujo y la escritura, considero que la programación es otro tipo de arte, uno del cual me enamoré recientemente (y con el que me peleo todos los días, valga aclarar).
Como todo en mi vida, esta historia empieza con una crisis. Tengo de esas cada dos segundos, pero esta fue de las definitivas, de las que hacen que la vida te de una vuelta de 180 grados y por un segundo todo esté de cabeza. Así al revés y todo decidí dejar mi carrera y empezar a programar. Ahora puedo decir que es de las mejores decisiones que tomé en mi vida, pero en ese momento se sentía como tirarse al vacío.
La peor parte fue, por supuesto, el principio. Yo ya había tenido acercamientos a la programación pero nunca de forma tan directa como en esa primera clase de CourseIT, el curso donde me anoté para aprender a ser desarrolladora Frontend. Cuando dejas todo lo que conoces para empezar algo nuevo, lo único que esperas es que haya valido la pena, así que los nervios me estaban matando porque a esa altura todavía no sabía si realmente había hecho las cosas bien, y si algo odio es la incertidumbre.
"Que me guste, que me guste, por favor que me guste"
Creo que repetí eso durante toda la clase, mientras entrecerraba los ojos mirando al frente como si entender fuese a requerir de mucho esfuerzo. Tienen que entender que toda mi vida fui una chica de letras; leer y escribir es todo lo que conozco y amo. Lo mio son las palabras, el expresarse a través de ello. Si nunca me llevé matemática fue de casualidad. ¿Y cual es esa idea que de forma errónea te meten en la cabeza? Programar es como las matemáticas. Números y cosas raras.
Bueno, eso no es así. Bastaron tres o cuatro clases y dos segundos de escribir código para darme cuenta que, en efecto, programar me gustaba. ¿Por qué? Porque era como escribir, pero diferente.
Acá es cuando llego a la explicación de porqué programar me parece un arte.
Mi concepto de arte es cualquier cosa que sea creada a partir de una idea. Siempre me gustó el ejercicio de tomar algo que esta flotando en mi cabeza y darle forma, sea a través del dibujo o un cuento. Crearle un cuerpo, armar una estructura, divagar un poco en el medio.
La programación es posiblemente la manera más hermosa de llegar a este fin. Podes crear la estructura, podes decorarlo, podes darle la funcionalidad que quieras. De una idea que flota, con tan solo escribir en el lenguaje correcto, podes crear puentes a mundos que de otra forma nunca hubieses podido acceder. Fue para mi descubrir una nueva herramienta para traducir mis emociones, mis pensamientos, los colores que llevo adentro. Por primera vez en mi vida le veo un uso más practico y poderoso a las palabras, que son, como dije antes, la fuente de todo lo que hago y amo.
Desde que empecé este camino conocí mucha gente que practica este arte casi sin percatarse de la magia de sus palabras. Son palabras distintas a las que leo en ficciones, pero crean mundos maravillosos de la misma forma. Hay, además, una comunidad enorme de gente que comparte lo que sabe y esta siempre dispuesta a ayudarte.
Es ahora que ya pasaron tantos meses y empiezo a entender bien el traducir al idioma programación que me siento lista para crear mis propias historias y mundos. Pero es más fuerte que yo esta necesidad de volver todo un relato, así que este blog va a servir para compartir mis proyectos y aprendizajes y contarlo como un diario de viaje. Esta es simplemente una introducción para darle contexto a todo lo que va a venir a continuación.
Gracias a quienes como siempre me acompañan en mis viajes, prometo que este no va a ser tan bizarro como todos los demás.
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Creo que es el primer post que leo en español en este blog. Bienvenida y éxitos! :)
Muchas gracias! ✨